Aquí relato una anécdota que ilustro con mis dibujos, que se me ocurre hacerlo puesto que estoy en proceso de terminar la producción de algunas de mis animaciones hechas con arena.
El desierto es un santuario
silencioso.
Siempre me atrajo el desierto, y es
interesante que en la historia algunas personalidades lo buscaran para
encontrar paz, y respuestas buscando sabiduría. Lima mi ciudad está ubicada en un desierto,
eso no es novedad, pero experimentar el desierto de Ica, - aquella comarca misteriosa del sur- es enfrentarse a una realidad diferente y a un raro paisaje.
En los ochentas una vez anduve por ahí
sobre sus arenas. Conocí un barrio lejos del centro que parecía
abandonarse al avance de la arena. Llegue acompañando a una invitada a casa de
su familiar, gente que no conocía y yo no tenía invitación propiamente dicho y
me sentí incomodo, pero detrás de la casa había dunas como
muralla casi viva, como gran ola o marea que se derrama.
(Imagen 3, yo trepando la duna)
(Imagen 3, yo trepando la duna)
No me ubicaba con las personas de la
reunión, me quede fuera de la casa, siempre observando el cerro de arena
que estaba detrás, y me anime a subir.
Mientras avanzaba lento por aquella masa
inmensa, yo me hundía pero calzaba botas muy altas.
No creí que la gran duna me
permitiría ascender a su sima.
La distancia ahogaba la música de la fiesta
hasta desaparecer, mientras la brisa disolvía los murmullos de la
reunión.
Aquella gran duna a nadie de la casa le
importaba, y menos yo ni les interesaba. Tal gigante, si quisiera en un
instante podría enterrarme vivo con sus arenas, y yo estaba sólo.
Entiendo que
los aldeanos se cuidan de ofender al cerro, al rio, al Apu, pues antes de
invadir su espacio dan pagos a la tierra, piden permiso, más yo no.
Con tenacidad persevere , llegue a la sima y me extraño
ver como una superficie casi plana. Descubría otro desierto pero más
elevado sobre el nivel del mar.
Me conmociono ver tal lugar, el cielo
nublado, y no creerme solo en medio de tal soledad, porque me sentí observado. Serian muchas miradas o una mirada grande, no lo sé, pero yo me percibía menos
solitario.
Avance unos metros hacia tal desierto
elevado, y comprobé que desorientarse era fácil, perderse no dependía de
mí. Me detuve para contemplar tal
paisaje cruzado por remolinos. Pero a cierta distancia algo lanzo o disparo un chorro de arena desde el
suelo, aparentemente unos metros en dirección vertical...
¿Qué estoy
frente a arenas movedizas?, ¿es el impacto de una bala? no lo creo, desde el
inicio todo permanecía en silencio, pero de dónde surgió tal columna
arenisca? Concluí que quizás el desierto me advertía:
"no avances, este no es tu territorio". Retrocedí y regrese de
las dunas.
Todo se confunde, todo se hunde en la
niebla del tiempo, Todo se consigue cuando hay tiempo, hasta puedo dudar si fue
real lo que vi o lo imagine. Me pregunto ¿ cuánto tiempo pasará hasta que
otro curioso se ubique ahí nuevamente, de frente mirando aquel
impactante paisaje?.
Rafael Seminario Coello